lunes, 24 de enero de 2011

Algo respecto a las notas marginales o de cómo un lector norteamericano fue intolerante a la crítica

¿Qué tan marginal es la nota marginal? ¿Qué tanto puede decir desde su ‘marginalidad’?

Anthony Grafton, historiador de Princeton, escribió un libro en donde se narra la historia de las notas a pie de página, esas intervenciones normalmente académicas que se usan para aclarar, dar información adicional al cuerpo del texto, sustentar lo que se presenta o emitir una opinión al respecto.

Hay también otro tipo de notas marginales: las notas que con puño y letra se escriben en los márgenes de los libros mientras se les estudia.

Cada vez que me encuentro ante un libro que tiene anotaciones marginales de otras personas no puedo sino detenerme en revisarlas y examinarlas, a través de sus anotaciones quiero inferir qué es lo que estaban pensando en ese momento sobre el texto que yo estoy leyendo.

Hoy me encontré con uno de esos casos. Compré por internet un libro en un una librería virtual que tiene su sede en Michigan (una ganga, me costó un dólar! El envío fue en realidad más caro: 2 dólares) de un autor francés que narra su experiencia de viajar por tierra en Estados Unidos allá por los ochentas (“América” de J. Baudrillard, no lo he leído completo así que no puedo reseñarlo bien). El caso es que cuando se adquiere un libro usado siempre está el riesgo de que te toquen subrayados o anotados. Este libro tenía subrayado y dos anotaciones en tinta azul. Lo interesante es que con esas dos únicas notas que tenía, inferí que me encontraba ante el caso de un norteamericano poco crítico consigo mismo e intolerante a la opinión de los franceses sobre su país, el cual descargaba sus emociones en un ‘round’ de notas marginales.

Con el subrayado del principio del libro me doy cuenta que el lector empezó a dudar respecto algunos comentarios del autor y comenzó a enrojecerse poco a poco por el rencor que le suscitaba. Como que le empezaban a dar ganas de pelearse con el autor. Pero donde no se pudo aguantar fue cuando el autor señaló que un problema en relación con los estereotipos sexuales de Estados Unidos se convierte en un problema para el mundo (“This is America’s problem and, through America, it has become the whole world’s problem.”) El lector que se percibe enfadado escribe al margen en tinta azul: “What is it with these Fr. Philosophers & their sanctamonious attitudes?” O sea que de entrada ya les dijo santurrones a los franceses de un plumazo. Primer golpe.

La actitud arrogante y de intolerancia ante la crítica hacia los Estados Unidos del enfadado lector es más intensa en la segunda nota. El autor escribe: “The latest obsession of American public opinión: the sexual abuse for children”. Esta declaración le pego en el orgullo a nuestro ‘poco obsesionado’ lector y él responde en el ring de las anotaciones al margen: “Yeah, how cuold they be obsessive about something like that? (The Author’s an Ass!)” Después de este último golpe se acabaron los subrayados en el libro y las anotaciones al margen. Puedo imaginarme perfectamente la escena: está el lector descargando su impotencia mientras subraya la palabra obsesión y le ‘mienta la madre’ al autor (entre paréntesis, claro). Como sus ganas de desquitarse con el autor no se acabaron con dos plumazos, el lector cierra el libro, ve la portada y dice: “America? you don’t know anything about America, Freedom Hater”, y azota el libro contra su escritorio con un desinterés bastante mal actuado.

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